Novela que, a la manera de autores como Cecilia Robles, traducen en añoranza por una ciudad tapatía más pueblerina. Sin empacho, el profesor jalisciense Curiel anhela que «vuelva a campear con lustre y orgullo el buen nombre de nuestra tierra.» Desde luego, es estigmatizar a sus cinco millones y medio de habitantes por igual, pero es un reflejo interesante que ya documenta cómo en la década de los años 1960 del siglo pasado la urbe estaba padeciendo cierta y creciente descomposición social.
A manera de prólogo por el autor:
Esta es mi primera novela. La escribí, más que pensando en el éxito literario, por la presión de ese otro “animal" que llevo dentro y que no me deja en paz ni un momento. En mis ratos de ocio me obligó a escribir algo sobre la segunda capital de la República. Había en alguna forma que externar su desacuerdo con la actual ciudad tapatía de la que he estado enamorado desde los años cincuenta; pero ahora ese amor se ha traducido en celo constante por su coquetería urbanística, el maquillaje, su estatura desequilibrada, el descuido de su imagen positiva y temperamento cada vez más violento. He ahí el motivo de mi temática.
Guadalajara violenta
Jorge Curiel García
Editorial del Magisterio Benito Juárez
1a. edición, 1979, 177 pp.
Distrito Federal, México
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