jueves, 23 de julio de 2015

«¿Olvidar o recordar el 22 de abril?», Juan Manuel Ramírez Sáiz y Jorge Regalado Santillán


Un ensayo más sobre los trágicos acontecimientos del 22 de abril de 1992, que provocaron explosiones a lo largo de ocho kilómetros en el sector Reforma y otros puntos geográficos de la urbe tapatía. Aunque se trata de un libro más bien teórico y quizá saturado de digresiones, tiene a su favor que ahí se recuperan expresiones y datos de publicaciones hoy desaparecidas, como los diarios Siglo 21 y Ocho Columnas, por citar algunos.

En interiores:
¿Olvidar o recordar el 22 de abril? Tres años después de acaecido el trágico suceso de las explosiones la respuesta a esta pregunta está todavía pendiente. Tanto damnificados y sociedad civil de Guadalajara como su gobierno no han tomado una posición clara ante esta disyuntiva. Y, sobre todo, no han definido los términos en que optarían por una u otra de las alternativas. Porque memoria y olvido poseen implicaciones muy distintas para una colectividad. Y ésta no puede quedar indiferente ante ellas.

La memoria colectiva es una construcción social. Consiste en un proceso activo que se basa en representaciones de un pasado común. Esta memoria se construye en la interacción entre personas: encuentra su fuente en el grupo particular en que permanece confinada. No hay memoria espontánea […] La memoria permite integrar el pasado en el presente y, en este sentido, domesticarlo. En vez de permanecer prisioneros del pasado, debemos ponerlo al servicio del presente. Porque no podemos librarnos del pasado al precio de la caza de brujas (O. Abel, o.c., 69).

La finalidad del olvido no es convertirse en amnesia de un pasado para sumergirlo y enterrarlo. Tampoco debe transformarse en silencio colectivo para seguir como antes. De actuar así, se corre el peligro de repetir y reproducir el pasado que se quiere ocultar. Y, en el caso de los errores, de cometerlos de nuevo. Por el contrario, el olvido puede implicar capacidad de admitir y superar los yerros del pasado. Porque reconociendo lo que ha ocurrido, se rompe con la continuación del pasado en el presente.

Bajo las ópticas anteriores, memoria y olvido pueden abrir en el presente otras posibilidades y mostrar otros futuros posibles del pasado (O. AbeI, o.c., 69), ya que pueden ponerse al servicio de la justicia, entonces, las víctimas y los culpables pueden llegar a un compromiso: construir condiciones nuevas que contribuyan a la restauración de la justicia conculcada. Memoria y olvido pueden tener entonces fines políticos. Esto sucede si operan como recursos sociales instrumentados que permiten encontrar una alternativa justa tanto a los recuerdos enfermos como a los olvidos cómplices (T. Todorov, 1992, 44).

¿Por qué la memoria puede tener fuerza política? Este supuesto se basa en el dato central de que la política es el ejercicio del poder. Pero éste no es tanto algo que una minoría posee (como si fuera un objeto) sino, ante todo, una relación social entre gobernantes y gobernados. Y las vinculaciones entre ambos se regulan a través de derechos y obligaciones. Por ello, la memoria de estos derechos y obligaciones posee una dimensión política.

A la luz de los considerandos anteriores, este ensayo tiene por objeto precisar el carácter, tanto de la memoria como del olvido, que acerca del 22 de abril han construido en Guadalajara los damnificados, la sociedad y el gobierno.

¿Olvidar o recordar el 22 de abril?
Juan Manuel Ramírez Sáiz y Jorge Regalado Santillán
CUCSH-UdeG
1a edición, 1995, pp. 275
Guadalajara, Jalisco

«Andares y pesares de Guadalajara en el siglo XVI / 22 cartas al rey del alcalde y regidores de la ciudad», Pedro Franco López (compilador)


Interesante correspondencia y requerimientos de la naciente Nueva Galicia y los pesares de los colonizadores en sus afanes por cimentar lo que a la postre sería Guadalajara, Jalisco. Denota ya desde entonces, cómo eran menospreciados los tenaces colonizadores y que se les negaba a veces hasta provisiones. Interesante correspondencia, que hace visible cómo ha sido la nuestra una ciudad que se ha forjado a veces contra los intereses de la capital o del extranjero. Más que supervivientes, esta urbe ha sido labrada por el espíritu de su gente en el pasado, criollos, mestizos e indígenas.

En interiores:
[...] las dificultades experimentadas por los habitantes del siglo XVI de la ciudad de Guadalajara. No fueron, como se verá, las batallas sostenidas durante la conquista, ni los cambios sucesivos de ubicación, ni las agresiones de Cortés, o las posteriores de los indómitos chichimecas, lo que más mortificó a sus errantes pobladores, sino la envidiosa actitud de la Audiencia de México, acentuada por la desesperante y desdeñosa indiferencia con que la corona española los trataba.

Cierto que las refriegas contra los indios en los primeros tiempos fueron cruentas hasta lo indecible; que les mortificó la falta de bastimentos en ocasiones como a la fecha es fácilmente demostrable debidas a las presiones que don Hernando de Cortés, o sus seguidores en pugna con Guzmán, ejercieron sobre las autoridades mexicanas para que se prohibiera todo trato con quien arriesgaba su vida por aumentar los dominios de su sacra misión.

Andares y pesares de Guadalajara en el siglo XVI/
22 cartas al rey del alcalde y regidores de la ciudad
Pedro Franco López, compilador
Gobierno del Estado de Jalisco, UNED
1a edición, 1997, pp. 135
Guadalajara, Jalisco

viernes, 17 de julio de 2015

«Fantasmas de abril», Luis Alberto Alcaraz


Una novela más en torno a la tragedia del 22 de abril de 1992 en el sector Reforma de la urbe tapatía, cuyas explosiones cobraron la vida a cientos de personas, más un saldo de miles de heridos, cuya connotación es más bien política.

Contraportada:
El estallido que cimbró las entrañas de una gran ciudad es el trasfondo de esta novela de Luis Alberto Alcaraz, donde se desarrollan dos historias paralelas. La primera muestra los intríngulis de la política a la mexicana con sus aderezos propios tales como el uso de chivos expiatorios y venganzas en las cuales muchos inocentes resultan afectados. Con un estilo sencillo y directo, Alcaraz echó mano de sus dotes reporteriles para combinarlas, sus innatas cualidades de narrador, y así nos cuenta una historia en varios planos muy bien estructuradas, donde sale a relucir la deleznable condición humana que, pareciera, no tiene propósitos de enmienda.

Una de las demostraciones extraliterarías del libro podría ser que es innecesario ya que vengan escritores de otros rumbos a escribir estas novelas. Con todo y la vasta tradición literaria del estado, Alcaraz es un jalisciense nacido en Sonara. Los años que ha vivido en Jalisco le han permitido conocer a fondo usos y costumbres de la comarca, al mismo tiempo que se ha integrado de modo natural al paisaje sin desentonar en ningún aspecto.

«Fantasmas de abril»
Luis Alberto Alcaraz (Empalme, Sonora, 1965-)
Nauta Editores
1a. edición, 1993, pp. 177
Guadalajara, Jalisco

«La niebla y otras geografías», Sergio-Jesús Rodríguez


Libro de poesía en cuyo poemario «Los hijos del estupor», sobre todo, se describe el difícil mundo de los niños de y en las calles de Guadalajara, aunque el sabor y contexto urbano tapatíos está presente en diversos poemas a lo largo de sus páginas. Este mismo poemario apareció con el libro El estupor y la niebla (Acento, 2001), el cual una vez agotada la edición, se ensanchó con el doble de poemas y aparecería con el título La niebla y otras geografías bajo el sello de Euterpe.

En contraportada:
Escribir poemas es un ejercicio de juventud. Quien traza un poema intenta salvar la palabra de su desgaste natural, restituirla en su misterio primigenio. Así pues, leer y escribir poesía es preservar el corazón joven, creer que no todo está perdido.

Con La niebla y otras geografías, Sergio-Jesús Rodríguez nos ofrece un muy personal jardín, en el que brotan flores diversas y entrañables: minerales, criaturas angélicas, los desposeídos, la mujer, la vida... Realidades poéticas, a veces brutales, que son en el credo y los frutos de este escritor jalisciense, una búsqueda del amor y la sabiduría.

La niebla y otras geografías
Sergio-Jesús Rodríguez
Ediciones Euterpe
1a. ed. 2003, 2a. ed. 2006, pp. 184
Guadalajara, Jalisco

«La rebelión de Oblatos», José Aguilera Arévalo


Hoy muy en boga el tema de las evasiones de presidiarios y las condiciones carcelarias por la fuga de «El Chapo» Guzmán, este libro es una crónica de los cruentos sucesos en la penitenciaria de Guadalajara en 1977.

En contraportada:
La verdad sobre la masacre de 14 presos en el penal de Guadalajara.
Testimonio de quienes vivieron los hechos.
La historia de las cárceles y sus trágicos episodios.

Descripción en interiores:
El 10 de octubre de 1977 se escribió a sangre y fuego la página más negra en la historia penitenciaria de Jalisco, cuando grupos de internos se enfrentaron en una lucha que dejó un saldo de 14 muertos.

El decir que esta página de la historia “se escribió a sangre y fuego” no es una simple figura retórica, sino una descripción literal de lo sucedido, ya que en la horrenda matanza varios presos perecieron asesinados con puntas, en medio de grandes charcos de sangre y otros murieron envueltos en las llamas después de que se les roció con substancias inflamables y se les prendió fuego.

Aquel día, la bella y soleada Guadalajara se tornó nublada y tensa. Jalisco se estremeció y todo el país se conmocionó a consecuencia de los terribles hechos registrados en el penal. Fue aquello una terrible masacre que todos quisiéramos borrar de nuestra memoria. Pero que sin embargo no podemos olvidar porque ha sido una lección que nos obliga a reflexionar sobre lo sucedido y sobre lo que debe hacerse para evitar que episodios como éste se repitan.

La rebelión de Oblatos
José Aguilera Arévalo (Colima, 1948-)
Edición de autor
1ª edición, 1978, pp. 176
Guadalajara, Jalisco